Epílogo
Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace. Juan Rulfo. Aunque el sol no salió tampoco aquella mañana, la luz que se colaba entre los nubarrones grises fue suficiente para la búsqueda de Felipe. Lo encontraron con su cabeza y pecho dentro de una pequeña cavidad formada por la cabecera de lata de su cama y una piedra y el resto de su cuerpo atrapado por el lodo. Un pedazo de la pata de la cabecera quedo afuera del lodo y fue allí donde primero buscaron. - Estaba asustado por vos, dijo Evaristo - Yo no, le respondió (y pensó en la voz que escuchó…) Muchos años después Felipe le confesó a su sobrino que desde que vio al Ángel en aquella oscuridad supo que viviría. Evaristo salió aquella misma tarde hacia el Hospital de Escuintla con su esposa Maria que empezó a experimentar dolores extraños en su vientre. Fue un camino difícil, a caballo y a pie hasta salir a la carretera. En el camino supieron que el desborde del rio había desaparecido por