In Memorian

El que sigue es un mensaje de correo electrónico, enviado hace mucho tiempo, con el alma en las manos

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No hay palabras que sean lo suficientemente buenas para justificar todo aquello que uno ha hecho mal.

Cuantas ganas me dan de escribir que esta vez trataré de hacerlo todo un poco mejor.  O de la manera correcta.  Prometer que la haré sonreir y que intentaré arrancarle las penas.  Que será suyo todo lo que pueda tener yo aún dentro de mí.

Pero desde mi punto de vista, mi mano tendida y mis palabras no sirven para hacer desaparecer la incomodidad, los nervios, el enojo, la rabia, la pena y el dolor de pasar lo que ha tenido que pasar, de air lo que ha tenido que escuchar, de pronunciar las palabras que ha tenido que decir.

Me siento tan pequeño!.  Siempre he querido pensar que mi alma y mi vida tengan algo que ver con su camino, con su felicidad y su destino.  Me derrumba saber que la sigue alcanzando la contrariedad y las consecuencias de mis errores, de mi falta de cálculo, de previsión,  de mi cobardia, etc.

Me costo más de 40 años encontrarla.  Muchos nombres multiplicados en mi boca hasta pronunciar el suyo: Xx-xxx-xx.  Pongo, de nuevo, a sus ojos mis palabras, llenas de dolor y pena para pedirle su perdón.  Hay cosas que no se olvidan.  Ya quisiera yo que la niebla ocultara mis equivocaciones de sus ojos.  Pero sólo puedo aspirar a que, con los años que me quedan (y no es canción), pueda, si usted me lo permite, llenar el bus de su vida y la mia, con dias de alegria y esperanza.  Y como en estas camionetas de Peronia: Tomar todos esos recuerdos dolorosos y correrlos hasta el fondo.  Repetir constantemente, corranse!, atrás está vacio!, pase por enmedio, allí hay lugar!, los asientos son de tres! y así, arrinconarlos hasta el fondo hasta que no los veamos y en donde no les sea fácil salir de nuevo.

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